De riesgo tóxico a fuente de vida
a: Académico de la UG propone potabilizar el agua contaminada con minerales de la Presa de Burrones.
La Presa de Burrones, ubicada al suroeste de la capital, podría convertirse en una fuente alternativa de abasto de agua potable gracias a un proyecto impulsado por académicos de la Universidad de Guanajuato (UG). Aunque el embalse, también conocido como “presa de la tranquilidad”, ha estado rodeado de polémica por las millonarias inversiones que implicaría su aprovechamiento, especialistas sostienen que potabilizar sus aguas sería posible y representaría un impacto ambiental positivo para la ciudad.
El Dr. Yann René Ramos Arroyo, investigador del Departamento de Ingeniería Geomática e Hidráulica de la UG, explicó que las aguas de la presa presentan concentraciones de arsénico, sulfatos, manganeso y hierro derivadas de los escurrimientos de minas abandonadas desde hace más de 300 años. Dichos contaminantes colocan al embalse fuera de los parámetros de seguridad establecidos por la NOM-SEMARNAT 127, lo que ha generado cuestionamientos sobre su viabilidad para consumo humano.
Sin embargo, el académico asegura que existen procesos de potabilización probados en laboratorio que permitirían minimizar e incluso eliminar los riesgos. Retomar esta investigación interrumpida en 2020 por la pandemia no sólo daría un nuevo uso sustentable a un cuerpo de agua históricamente olvidado, sino que también aliviaría la presión sobre otras fuentes de abastecimiento.
“Cualquier agua, por muy contaminada que se encuentre, puede tratarse y llevarse a potabilización. El reto está en aplicar procesos adecuados y sustentables. En la UG estamos desarrollando sistemas de bajo costo que podrían beneficiar directamente a la sociedad”, señaló Ramos Arroyo.
El proyecto, en el que participan también investigadores de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la UNAM y la Universidad de Winnipeg, Canadá, plantea que la transferencia de este conocimiento a organismos operadores y dependencias locales permitiría transformar un riesgo ambiental en una oportunidad de abastecimiento.
La Presa de Burrones fue construida en 1785 para la molienda de minerales y, desde entonces, recibe escurrimientos mineros que condicionan su calidad. No obstante, el especialista destacó que la naturaleza misma limita la movilidad de algunos contaminantes, lo que representa un punto de partida favorable para los procesos de tratamiento.
De concretarse la iniciativa, el impacto ambiental positivo sería doble: recuperar un cuerpo de agua que hoy representa un pasivo ecológico y garantizar el abasto de un recurso vital a la población, con un enfoque en la sostenibilidad y la seguridad sanitaria.
“Es importante que las autoridades volteen a ver a la universidad. Tenemos el conocimiento y la capacidad tecnológica para desarrollar soluciones que garanticen agua potable a las familias de Guanajuato. El agua de Burrones puede convertirse en una esperanza si se aprovecha con responsabilidad”, subrayó el académico.
En imágenes Andrés Martínez para el 28 de Guanajuato Victoria Vera.






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